POR ROBERTO GUILLEN
Ahí estaba el viejo pertinaz Herminio emitiendo sus verdades, como hace 32 años, cuando el buen Sócrates Rizzo tuvo a bien brindarle apoyo para hacer la Tribuna Libre de México, un espacio ubicado en el denominado parque hundido, que comprende la Macroplaza.
Acompañado de su esposa ,hijos, nietos, amigos, excompañeros de partido y demás curiosos, don Herminio Gómez ha elegido el color de la paz para levantar el puño de su Dignidad y esgrimir lo que muchos sabemos y pocos se atreven a manifestar:
“En Méjico no hay democracia”.
A sus ochenta años el viejo luchador social, que un día militó en el partido de Manuel J. Clouthier, se lamenta del gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto. Sin recriminaciones grotescas ni desgarraduras gratuitas, también se lamenta del patético desempeño en que ha desembocado la diplomacia mexicana, en los tiempos corrientes ostentada por un aprendiz de diplomático y que acaba de ser vapuleado por Delcy Rodríguez, la canciller venezolana:
“Miren nada más…el burro hablando de orejas”, expresa don Herminio en clara alusión al margayate de Videgaray, mientras la concurrencia saborea unos tamales en hoja de platano, como si se tratara de un festín flotando en el sopor de la serranía T.
Definitivamente los reflectores ya no lo persiguen a nuestro luchador social. No se ven los chicos de la prensa, ni figuras rutilantes de la política contemporánea. El Tiempo y su Tribuna Libre de Mejico le ha conferido el aire de un Quijote insumiso que domingo tras domingo tiene una cita con su conciencia y con el pueblo de Méjico.
Tal vez los únicos reflectores, lo constituyen la mirada vivaz de sus nietos que lo acompañan en una discreta lección de civismo…Tal vez…