POR DANIEL BUTRUILLE
Se dan circunstancias en las cuales eventos aparentemente desconectados se encuentran y toman un valor nuevo y enriquecedor. La película recién estrenada de “Coco” aporta una visión luminosa sobre el significado de la fiesta de los muertos en la idiosincrasia mexicana. Extraño que este significado provenga de los estudios Disney/Pixar. Aparte de su colorido extraordinario y de una fantasía más creativa que la realidad, la película deja un mensaje clarísimo: los muertos mueren realmente el día que nadie más se acuerda de ellos. Si tu foto no aparece en ningún altar de muertos, ya estás muerto de a de veras. A noche, asistiendo a la celebración de los 25 año de la Fundación Tarahumara, obra esplendida perpetuada por la familia Llaguno en memoria de José A. Llaguno, obispo jesuita de la Tarahumara fallecido hace 25 años, no pude dejar de relacionar la película y su mensaje con la extraordinaria manifestación de la presencia de una obra, la cual, 25 años después, sigue manifestando la fuerza de un mensaje de amor y de paz, proclamado por el obispo durante sus años de apostolado en los territorios de la Tarahumara. A través de la Fundación Tarahumara, la familia Llaguno se asegura que su hermano, tío o primo, siga presente entre los vivos y que su obra se perpetúe para bien de la comunidad que él apoyó y pastoreó entre los desfiladeros de la Sierra. La Fundación cuida de su bienestar y de su educación. Ayuda a su integración en una sociedad que tiende a olvidarse de quienes pretenden preservar su identidad milenaria, en medio de un mundo cuya evolución rebasa las tradiciones de este pueblo. Gracias a la familia Llaguno, el obispo no muere y sigue aportando bienestar y apoyo a las comunidades con las cuales convivió con su fe y su capacidad para ayudar a una integración en una sociedad que tiende a ser más bien excluyente. Felicidades. butruilled@hotmail.com
