POR DANIEL BUTRUILLE
La voluntad del presidente Peña Nieto expresada a través de la incomprensible (e inaceptable) decisión del TRIFE, constituye una sentencia de muerte sobre el proceso electoral que concluirá el día 1º de julio y que sin lugar a duda, provocará revueltas y conflictos sin fin. Cuando un Tribunal encubre la ilegalidad, ya murió la Justicia. Cuando un Tribunal acata las órdenes de un presidente, ya murió la Democracia. Cuando un presidente y su gavilla criminal imponen la presencia de varios delincuentes entre los candidatos a su sucesión, ya no hablamos de cultura de la corrupción, hablamos de una cultura de la desesperación. Desesperación para ocultar sus crímenes, desesperación para perpetuar un atraco perpetrado desde hace más de doce años por una pandilla disfrazada de gobiernos democráticos. La presencia de Jaime Rodríguez en la boleta electoral, ordenada por el presidente levanta protestas airadas en todo el horizonte político del país. Admitir cómo candidato a quien defraudó, quien robó y desvió recursos públicos, quien mintió a sus electores en forma vergonzosa, es admitir que las elecciones son una formalidad para imponer una voluntad individual, no un proceso para reconocer la voluntad popular. Ya era bastante cuestionable la presencia de Margarita Zavala en la boleta, por tantas anomalías en su proceso de levantamiento de firmas. ¿Tendrán sentido unos debates entre representantes de partidos coludidos y unos candidatos ilegítimos, productos de actos contra la ley y contra la moral? Toma todo su sentido la Ley de Seguridad Interior. Los días que seguirán al día 1º de julio podrían volver a despertar un México violento. Es un riesgo que está asumiendo el presidente Peña, para intentar disimular sus asaltos al país. Cuando la razón se vea rebasada por la sinrazón, habrá que hacer lo que prometió AMLO… correr hasta la Ch…, allá por Palenque, Chiapas, o adonde haya esperanza de un poco de tranquilidad. butruilled@hotmail.com