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CRONICA DE UNA PROTESTA CONTRA LA IMPUNIDAD MONUMENTAL

CRONICA DE UNA PROTESTA CONTRA LA IMPUNIDAD MONUMENTAL

ROBERTO GUILLEN

¿Sabía usted que en Linares, Nuevo León hay una estatua tallada en cantera que mide como unos seis metros de altura, encumbrada en un pedestal de dos metros…de un tal Gustavo Díaz Ordaz, presunto responsable de los cientos de asesinatos que fueron perpetrados el 2 de octubre de 1968, cuando el interfecto era presidente de México?
Pues hasta allá nos fuimos un grupo de activistas, encabezados por el Flavio Sosa de Monterrey, Sergio Rodríguez, un telefonista raro que escapa al patrón conformista de los empleados de Carlos Slim, el ganón de la venta de garage en tiempos del “Gran Salinas”. Porque ya todos sabemos que los empleados de Telmex vienen siendo como la aristocracia de la clase obrera…aunque a los empleados de nuevo ingreso- según me cuenta el mismo Sergio- ya tan solo les espera una pata en el pescuezo, como decía Orwell, claro, como decía Orwell: ¿quiere usted saber cuál va a ser el futuro del hombre?: una bota industrial oprimiendo su cuello. Bueno, pues el caso es que nos fuimos a Linares en la troka para-el-activismo de “Checo el Comunista”, a la cual también se encaramó también el hiperactivo reportero Raúl Rubio- quien resiente el abandono en que lo dejaron sus compañeros de batalla. Adrianitta y Pérez Arellano del Milenio News – que puntualísimo llegó a la cita con el 68 no-se-olvida:
“¿Quién los quiere…?” “¿Quién los quiere…? comenta el Rubio al llegar enrollado en su palestina de la lutte sociale, y enfundado con ese chalequin que suelen portar los fotógrafos que se lanzan como temerarios corresponsales de guerra . Y mientras el reportero del regio punto com se deshacía en una feria de sublimes autoelogios, el camarada Sergio le daba los últimos retoques al “Diaz Ordaz…Asesino”, que remarcaba con su esterbrook en un papel cartoncillo.

“Yo pensé que usted se iba a rajar, camarada”, le comenté al Flavio telefonista.
“Mire camarada…primero se raja usted”, me respondió con una mirada jaspeada con un sutil desafío.
“Pero como me voy a rajar, si yo fui el que propuso la idea”.

Pues nos enfilamos rumbo al territorio de las dulces “Glorias”, creyendo que nos íbamos a encontrar un bustillo pedorro del gorila con garras que a 40 años todavía no se olvida que el 2 de octubre de 1968 las autoridades federales del Estado Mexicano se mancharon las manos de sangre.Pero no. Y es que tu ves al Hidalgo que está frente al Hotel Ancira…y pues nunca vas a pensar otra cosa. O ves la del Padre Mier frente a la biblioteca de la Macroplaza. O ves la de Morelos, donde los narcos del Cartel del Golfo dejaron su narcomanta…y pues no. Es más, ni siquiera la Virgen de Guadalupe que está allá por el canalón del Río Santa Catarina, a la altura del Obispado, superó los seis metros que le dieron al gorila con garras, con gafas y con una temible dentellada . Cuando llegamos a la placita donde se ubica el monumento -a-la- impunidad sentí una espiritual rabia universal. No el resentimiento de las visceras de alambre. No el vocabulario del hígado hinchado de fácil combustión. No señores, les hablo de una rabia que de pronto se observa imbuida por una gelatina desmemoriada, por la decadencia invasiva del Absurdo.

“Mira Sergio…hubiéramos traido pintura para mancharle las manos de sangre, al ojete”
“No camarada, actos vandálicos no…ya reporté que no harìamos nada de eso”
“Bueno, entonces me voy a subir al pedestal, con el cartelin para que la palabra “Asesino” le quede al puro centavo
“No Guillén, cálmate wey…te pueden cargar”, me advierte el reportero del regio punto com
“Sí…sí… me voy a subir…ahi es la acción…ahi es la acción”
“Cálmese, camarada, cálmese, me dice checo el comunista…ya no tarda en pasar la policía, mejor cálmese”
Y efectivamente. A los cuatro, cinco minutos de quién sabe donde aparecieron los primeros granaderos, quienes a la distancia saludaron al telefonista.
“Ya ve camarada, nos están vigilando…mejor nos pegamos los carteles y nos vamos”
“Bueno, pues arránquese usted camarada, tome el megáfono y aviéntese un discurso”
Y así les hablaba la rabia de un telefonista que un día de estos se fue a las calles de Moscú para inyectarse el comunismo como una vigorosa intravenosa:
Habitantes de Linares, hemos venido hasta aquí para decirles que esta estatua es una verguenza , porque se trata de Gustavo el Perro Díaz Ordaz, responsable de los asesinatos de cientos de estudiantes el 2 de octubre de 1968… y exigimos que sea derribada a la brevedad posible…porque es una mancha negra para la historia de México y la humanidad. Habitantes de Linares, esta estatua debe caer como el caballo de López Portillo…sí, debe ser derribada y caer en el olvido…porque esta estatua es un monumento a la impunidad.

Noviembre 2008
revista ronda

Roberto Guillen

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