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ROMA (O LOS TANTEOS DE UN NEORREALISTA MEXICANO)

ROMA (O LOS TANTEOS DE UN NEORREALISTA MEXICANO)

ANDRES VELA

Un trabajo desigual aunque conmovedor es la última cinta del prestigiado director, Alfonso Cuarón (quien ya concita las miradas patrioteras que se derriten por el Oscar). ROMA -que alude por supuesto a la capitalina colonia Roma- es justo eso: un homenaje al ser chilango, sobre todo a la chilangués en el contexto de los años setentas, época de infancia del autor.

Tomando como pivote a una empleada doméstica (Cleo), el director emprende lo que parece su meta original: traer a cuento la vida y avatares del mundo de su infancia, logrando así –en un prurito de nostalgia- el retrato de la cotidianeidad de una familia clasemediera promedio, en el mencionado contexto histórico. Es, en sus mejores momentos, el logro de un cine más íntimo y personal,  la lente que se proximidad al ritmo de esa vida con toda su tensión y simpleza; captando tanto la ternura de sus ingenuidades como la mediocridad que le es característica.

Por otra parte, la nostalgia a Cuarón le juega algunas trastadas, sobre todo en lo que a proporción se refiere. Da la impresión de que es tanto el peso sentimental de los detalles, que no puede dejar nada afuera. Es ahí cuando llega la saturación, empañando algo que, con mayor armonía, podría haber sido un solvente retrato personal. La serie de gratuidades y coincidencias innecesarias, las apreciará el espectador que tenga amor por la mesura y la simetría.

Por otra parte, la cinta se alarga en una serie de hechos como vueltas de tuerca, que sólo agregan más pinceladas a un círculo que en algún momento pudo cerrarse. No obstante que se nota la mano del Director (las escenas están bien dirigidas y filmadas técnicamente), la acumulación de finales que no lo son, parecieran dar las impresión de que el Director no sabe cómo terminar su cinta.

Dentro de la familia idealizada por el blanco y negro, Cleo, la sirvienta,  nos es descrita con cierta caricia neorrealista por parte del sentimental Cuarón, que la hace pasar por el duro tránsito de un embarazo no deseado y su posterior, trágico desenlace. El Director ha mencionado como importante punto de inflexión en su carrera, el conocer Ladrón de bicicletas (Vittorio De Sica), emblemática cinta del neorrealismo italiano. Mucho por aprender le queda a este realizador mexicano, definitivamente ya muy hecho pero, aún con el escollo de no saber establecer una mirada crítica a su propio rodaje, lo que hubiera dado un filme más sólido y redondo.

Con todo, es de celebrarse que el cineasta -aún en formación- haya probado tantos registros en su carrera (experiencia palpable en el manejo de actores y secuencias, tomas); en ése sentido, ROMA es definitivamente un interesante paso que prolonga ese camino tan plural. Nos queda, al menos, la esperanza de que, la Gran Obra de Alfonso Cuarón esté por llegar (claro, después de que hayamos tenido que digerir toda la cursilería que habrán de derrochar pseudocríticos, pseudoperiodistas y demás animadores).

Roberto Guillen

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