POR ROBERTO GUILLEN
Ahhhh…queridos lectores, vengo llegando a El Cafelito, con la dulce fruición de haber escuchado una disertación del maestro Hugo Hiriart, que así tituló: Alfonso Reyes: el arte de perdurar. Bueno, es preciso decir que anteriormente los universitarios le rindieron tributo a la figura del regiomontano universal en el 128 aniversario de su natalicio, donde destacó el discurso que también pronunció el escritor capitalino, con quien compartí un café en la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras.
Reyes no murmuraba de las personas, no lo tocaba el odio ni la envidia. Era una hazaña de cortesía. En él se conjugaban los goces de la civilidad más exquisita. Lo distinguían dos cualidades: simpatía y elocuencia. Nadie como él para cultivar la Amistad. En un país de ciegos, el tuerto es Reyes. Sin duda representa la versión mexicana de la cultura universal.
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Una vez que pasamos al auditorio para escuchar la disertación del también dramaturgo, se nos reveló como un clown shakespierano que sufre una transformación a la Dr. Jenkill and Hyde, porque nos empezó a revelar las flaquezas del personaje ilustrado que nos reunía, como eso de que Reyes permanece perdido dentro de su voluminosa obra. Con eso de que la monumentalidad de una obra no necesariamente es un referente de calidad literaria.
Interesante pregunta la de Hiriart:
¿Por qué Borges está en el topus uranus y Reyes permanece en el olvido?