POR DANIEL BUTRUILLE
El presidente Peña Nieto requiere urgentemente la ayuda de un sicólogo asistido de una siquiatra y de un sicoanalista. Sus llamados desesperados para que le reconozcan sus logros ya suenan patéticos. El problema es que confunde logros y fracasos porque no puede distinguir entre lo que fue satisfacción para él y sus amigos y lo que resulta castigo para los gobernados. Solamente que se le olvidó que gobierna para otros que no sólo son sus amigos de Atlacomulco. Habla de la reforma energética que según sus discursos encendidos del año 2013 iba a permitir disminuir los precios de los energéticos, para enfrentarse ahora a las consecuencias catastróficas del gasolinazo de 2017 y de la subida imparable del precio de la gasolina (+5% en Monterrey en un solo mes de enero del 2018. ¿Son sus logros? ¿Quiere ser recordado por la gasolina más cara que hayamos visto en Nuevo León o quiere ser recordado por los huachicoleros que su logro en seguridad nacional no permiten controlar? (¿O peor, no quieren controlar?) ¿Será para contrarrestar los efectos del huachicol que da instrucciones a su Secretario de Hacienda de incrementar el precio de la gasolina sin límites? Las ansias de alabanzas de quien debería estar blindado contra las críticas, promete un fin de sexenio de enfrentamientos. No quiere entender que no logrará el perdón y menos la absolución por haber permitido la peor corrupción a nivel de país, y por haber dejado que sus amigos políticos saquearán el país, cómo él había saqueado el Estado de México. No se pueden reconocer logros cuando las fallas superan ampliamente los logros y cuando los resultados de una gestión equivocada se traducen en más pobreza, más violencia y menos esperanza. butruilled
