POR ROBERTO GUILLEN
Queridos lectores:
Algo del más allá , una determinada conjunción de circunstancias y/o una suerte de Gratitud ancestral, han provocado que esta pluma se deslice para recordar al maestro Agustín Basave Fernández del Valle, a quien tuve la suerte de conocer en un coctel de la librería Porrúa, en Monterrey. Recuerdo que ambos nos trenzamos con el existencialismo del gran Fiodor, y mientras fluían sus argumentos literarios, jaspeados con un toque de riqueza filosófica, mis interrogantes resultaron tan interminables y punzantes, que nuestro personaje tuvo la gentileza de invitarnos a su residencia en San Pedro, donde lo encontramos en un quijotesco ambiente atiborrado de libros, similar a esa ilustración de Doré que alguna vez los amantes de las letras hemos degustado.
Pues unos 15 años después de haber sostenido una deliciosa entrevista, accidentalmente hurgando entre mis caoticos archivos, el azar cósmico quiso que mi atención tomara ese ejemplar de la revista Ronda, donde se publican las reveladoras expresiones de un temperamento crítico, de un viejo pensante…aaahhh…las verdades de los viejos inconformes, ahora me cae el 20 del por qué Cioran nos dice que las grandes verdades se revelan en el vestíbulo…
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Basave como una línea crítica en-el-Tiempo, como un faro para desmenuzar las golosinas del Hommo Videns. Y después de ver a doña Rebeca Clouthier con el felipito y otros figurines de la ambición-power, marketinescamente posando entre los artilugios del futbol, así nos responde el filo de un filósofo:
Es una sociedad funcionalista,pragmatista,barata, de fines próximos y con cierta anemia o anorexia intelectual, donde las altas manifestaciones del espíritu no se avizoran…
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Ahhh…maestro Basave…que gentileza la tuya, de brindarme un recorrido por toda tu residencia-biblioteca, yo que nunca pude estudiar Letras en la UNAM, ahora un pensador me presentaba sus libros como su Gran Familia.
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Ahhhh, Basave, Basave…que gentileza la tuya maestro, yo que de chavito me ganaba la vida jugando a los dados con los malandrines en los callejones pestilenes de la colonia indpendencia…ahora que de la casa-biblioteca me invitabas a tu despacho en la Vista Hermosa, donde tu colección de quijotes flotaba como una sinfonía de interrogantes.
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Ahora vuelvo a la entrevista y me sorprende el vigor de una interrogante…y de su respectiva respuesta:
¿Qué ocurre cuando la carrera loca de la ciencia soslaya la Cultura…la Cultura de los pueblos?
Hay un grave problema cuando la ciencia se quiere emancipar de la ética, porque el científico antes de ser científico es hombre y como hombre, no puede dejar de escapar a la Etica.
La vida humana tiene una textura ética, se puede ser moral o inmoral, honesto o deshonesto, pero no se puede ser amoral; no se puede vivir fuera de la ética, y cuando la ciencia marcha sin brújula, la ética va al desastre.