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RECORDANDO A EDUARDO AGUIRRE PEQUEÑO

RECORDANDO A EDUARDO AGUIRRE PEQUEÑO

POR RAÚL A. RUBIO CANO

 

Pocas, pero muy contundentes, fueron las pláticas un servidor con el doctor Eduardo Aguirre Pequeño (14 de marzo de 1904-18 de julio de 1988), entabladas a finales del gobierno de Jorge Treviño y como parte del trabajo que desarrollaba en el Sistema Estatal de Museos; allí, armé con Armando de León, el guión museográfíco que se implementaría en un “bunker” de Aguirre Pequeño, empotrado en el Cañón de la Huasteca, en Santa Catarina, una experiencia de museo de sitio que no trascendió ante la llegada del neoliberalismo atroz. En momentos en que el mundo cuestiona a lo largo y ancho del mismo al sistema capitalista, como un modo de producción destructor de hombres y naturaleza, en sí, un sistema aniquilador de la vida del planeta y que ante ello se construyen ya en varias partes del mismo, nuevas formas vida que, para el caso de nuestra América, la experiencia de los pueblos originarios, sobrevivientes de más de 500 años de explotación, llevan cartera vital para luchar por “Otro mundo que sí es posible”. Ejemplo más trascendente es el EZLN y sus comunidades de apoyo y, es esta lucha por la vida, donde las carreras profesionales afines a la procuración y salvamento de la existencia planetaria, se vuelven fundamentales. De ello, estaba más que claro el doctor Aguirre Pequeño, como materialista dialéctico, como marxista y comunista, y que dentro del Estado Benefactor, un Estado emanado de un proceso revolucionario en 1910, supo aprovechar ese espacio para impulsar la educación superior en la entonces Universidad de Nuevo León, trayendo la Biología de la Ciudad de México con la ayuda del gobernador Arturo B. de la Garza, y fundó la facultad de Ciencias Biológicas. En el 107 aniversario de su nacimiento, su hijo el doctor Eduardo Aguirre Cossío, diría: “Para mi padre nunca existió lo material, nunca pensó en patentar nada, todo lo legaba a la sociedad; Jesús Kumate denominó a mi padre como un cazador de microbios, su arma era el microscopio, la intelectualidad, pensar con visión, viendo a este México qué era lo que le podía faltar y no se equivocó, creó Agronomía, Biología, fue director de Medicina; siempre fue un hombre muy inquieto y realmente tremendo”. Igualmente, decía que amaba a su familia, pero arriba de ella estaba la Gran Humanidad, por eso, hasta llevó a su propio cuerpo para experimentar la cura del “Mal del Pinto”, con consecuencias que le duraron todo su vida. Hoy, a 114 años de su nacimiento, los nuevos profesionales de la biología mucho tiene que aprender de este prócer universitario. Para nada, tan insigne personaje, fue coro griego o títere de empresarios rapaces y gobiernos serviles al Gran Capital, destructores de ecosistemas como ahora lo es su Plan Hídrico Nuevo León, la proyección de sus presas rompepicos y demás maldades a nuestras montañas y al Santa Catarina; Aguirre Pequeño, siempre puso lo suyo para formar Guerreros en la defensa de la Vida y un mundo mejor para todos ¡Órale! raurubio@gmail.com

Roberto Guillen

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