POR RAÚL A. RUBIO CANO
Desde 1986, el doctor en química Francisco Carrión Appel y un servidor, desarrollamos investigación desde el Centro de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la UANL, en relación a la contaminación atmosférica del área metropolitana de Monterrey, tomando en cuenta los estudios y documentación de la época y pudimos señalar que el área metropolitana, al año, tenía más de 200 inversiones térmicas; fenómeno de tal incidencia, porque nuestra metropolitana ciudad se ubica en un valle rodeado de montañas, valle que nuestros fundadores llamaron “La Nueva Extremadura”, por su semejanza climática e impacto de ganados menores que se fue suscitando desde 1635, realidad muy semejante a lo que sucedió en Extremadura, España. En fin, desde 1986 lo dijimos y poco o nada importó y bueno, como su nombre lo dice, la “inversión térmica”, se presenta porque al amanecer las montañas bloquean los rayos solares del Oriente y por la redondez de la tierra, éstos primero calientan las partes altas del valle, su “techo atmosférico” y luego, como a las 11 de la mañana, cuando el Sol ya está más perpendicular a nuestro valle, calienta su superficie y rompe la inversión térmica; es decir, en lugar de tener temperaturas más calientes en la parte baja por la mañana, éstas son más bajas, que en las alturas del valle y de ahí, el término de “inversión térmica”; pero ¡Ojo! esta inversión de temperaturas es un fenómeno natural en nuestro valle desde que esta conformación territorial existe, el problema es que en esa capa de aire frío en la superficie de la metrópoli, luego se ha venido mezclando en las últimas décadas polvos y desechos químicos por un intensivo incremento de asentamientos humanos y demás servicios e infraestructuras para la reproducción de la vida de los mismos. Somos ya más de 4 millones de habitantes, dos millones de automotores, miles de empresas, pedreras, 76 empresas consideradas de alto riesgo ambienta por el Instituto Nacional de Ecología, toda una conformación industrial que generan el 62 por ciento de las nocivas partículas PM 10 o sea, son las industrias, las fuentes fijas y no los automotores, (como nos han querido engañar) las que producen buena parte de la contaminación del aire que todos respiramos, como lo ha externado en muy diversas ocasiones el ambientalista Guillermo Martínez Berlanga y para colmo, tenemos una entidad urbana con un serio déficit de áreas verdes, en fin, esa mala calidad del aire queda atrapada en más de 200 días al año y es lo que nuestras autoridades de los tres niveles de gobierno no han podido resolver y, dejar de ser la ciudad más contaminada del continente, cuando hay todo para hacerlo, como ya lo hemos mencionados en otras ocasiones. Mañana, Alberto E. Garza Santos, presidente del Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire del Área Metropolitana de Monterrey (OCCAMM) se pondrá en acción y ofrecerá conferencia del doctor Pablo Marcelo Maturana Guzmán, para hablar de “Ciudades bajas en Carbono”, mayores informes al 83444903 ¡Órale! raurubio@gmail.com