POR ROBERTO GUILLEN
Noche tras no se va trazando a sí misma como un símbolo de sensibilidad y amor por el Arte y la Cultura. Sin aspavientos ni protagonismos, la poeta Jeannette L. Clariond se ha ido construyendo un sitio en el universo de las letras a través de su editorial Vaso Roto. Si la otra noche la vimos redescubriendo la poesía de Alda Merini, en la Casa Universitaria del Libro también apareció para acompañar a Don Alfonso Castillo por el homenaje que le prodigó la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ahora nos brinda su sentir por la obra de Patricia Baez, quien nos presenta la Magia de la Prehispania en la Pinacoteca del Colegio Civil, a través del Tonalpohualli, la simbología mística de los Aztecas:
Patricia Baez marcó mi vida desde mi niñez
Su expansiva imaginación llenaba mis tardes de visiones
y me infundió una curiosidad nunca antes vislumbrada
Patricia fue camino. Me enseñó a ver más allá del mar.
Ahora, al ver el modo en que ha interpretado estos 20 glifos,
su forma de reinterpretar la vida, recorro las húmedas huellas
que ha dejado la lluvia de su conocimiento,
agua que abre paso al cauce de los sueños
dela mirada trascendente,
de la intuición que sólo surge de la propia raíz.
Mis ojos se fueron moldeando a los de Patricia, a sus secretos
a su ver y a su –propositivamente- dejar de ver, a ese ir al otro lado
del mar que escurre entre senos, palabras, cielos,
que de repente recobran
lo que no fue y aún está por suceder
Todo en ella es misterio, trabajado cristal, luz blanca
de pronto colorida.