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DI TU CODIGO POSTAL Y LUEGO MUERETE, NACO

DI TU CODIGO POSTAL Y LUEGO MUERETE, NACO

POR JOAQUIN HURTADO PEREZ

Nací, lo acepto, en el código postal equivocado, más acá de la ribera norte del Santacatacha traicionero. Nací lejos de las faldas de la M que se divisa desde la Loma Larga y la estepa polvorienta. Nací bajo nubes de cemento, óxido de hierro y cacas de perro. Nací bajo una luna de cara blanca y alma de piruja. Nací, ni quien lo dude, con ese solecito de septiembre que arde en mi prieta piel como chile pizcado en el cerro de la Silla. Nací, dice mi madre, con un peso normal de niño sano pero con el apetito voraz de un muerto de hambre, que aún rebusca las sobras podridas entre los tachos de desperdicios, ahítos basurales de carne vacuna y pezuñas de cabrito, carroña exquisita por tanto festín burgués, rociada con vinos franceses. Nací cuando mi padre sacaba apenas para vivir en la panificadora Bimbo, antes que al osito Marinela le diera por robar ancianos. Nací entre carcajadas de urracas y alas brillosas de cuervos. Nací, es un decir, para volver a morir de vergüenza cuando una señora católica, clase high-high, con residencia en San Pedro, con casota con piscina con setos siempreverdes como sus ojos azules, con veinte sirvientes, con maestría en Catecismo Empresarial por el Tec de Monterrey, con acento de inglés irlandés, con diploma en buenos modales de costoso colegio de monjas; una gran señora de sangre más azul que la de Alexandrina Victoria of Hannover, gran reina de Inglaterra. Nací sólo para que aquella ruca sampetrina de reseca vagina, piel retacada de pomadas parisinas y siliconas de baratillo, marquesa de Chipinque y baronesa del Huajuco, con mucho odio oprima el claxon y desde su altura de estafadora financiera me bufe extasiada, endiablada por la sensación de poder y confort de sus asientos tapizados con la piel de los párpados de mil rinocerontes rosas. Para esto nací, digo, para que desde el sitial perfectísimo de un Mercedes Benz del año, regalo de su marido fascista, una perra malcogida me ladre: hazte a la verga, naco puñetas, qué vienes a hacer a nuestro código postal si nadie te ha llamado

Roberto Guillen

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