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EL OASIS DE LA PANDEMIA…

EL OASIS DE LA PANDEMIA…

ROBERTO GUILLEN
@Periodistta

Quién iba a decir que la pandemia nos traería bellos e inusitados momentos bukovskianos…porque de pronto las tabernas de la ciudad se quedaron bien muertitas, quesque el bicho mortal así lo demandaba. Y lo que antes habíamos gozado como El Reforma, ahora convertido en El Marichelas, se había transformado en un barecín con un decorado que bien valía pagar por una Negra Modelo hasta 35 bolas, pero como el Ambiente nomas nunca llegó, pues nos largamos pal Me Muero de Hambre, ese precioso restaurant-bar que adopté como mi oficina, dado que desde ahi puedes gozar de una panorámica delirante, que incluye la Sierra Madre, el Cerro de las Mitras y el bellísimo Cerro de la Silla. Pero en los días de la pandemia se apagaron las luces de la festividad, y todos flotábamos entre un enjambre de interrogantes preguntando por aquellos borrachos del Centro Cultural de la Bolita, de qué vivirán, preguntaba el escritor Gerson Gómez. Y los cocteleros-moscos que asaltan los eventos culturales de la ciudad, pobres, qué comerán, preguntaba un afable cafetero del Sanborns. Me imagino que desde el miedo y la pendejez pandémica todos nos preguntamos-por-todos. Hasta que de pronto mi brother, el Toro Estrella del For Sale, que me envía una foto por el Whats app donde me presume que se está chupando una cerveza dea 20 bolas en el Marichelas, me presume que el lugar este bien chido, que donde chingaos ando, que el Marichelas es como el Oasis de la Pandemia. Y con ese toque de fanfarroneria autorizada que te prodiga el ser un perro de la Calle, le dije que ya conocía ese lugar, que me largué de ese sitio porque no valía la pena pagar 35 pesos por una negra modelo cuando no se para ni una despistada mosca. Pues te caigo en unos 20 minutos brother. Ahorita voy para allá, que ya conozco ese cantina. Y no lo podía creer, cómo era posible que en plena pandemia, cuando todos los antros de la ciudad están cerrados, en el Marichelas te bajan una negra modelo a 20 pesos, cuando en los depósitos llegué a comprarla hasta en 40 bolas: ahhhh no puede ser, bendita pandemia bukovskiana. Recuerdo que al llegar al Marichelas mi brother estaba acompañado con los habituales del Centro Cultural La Bolita, y como una forma de apantallarlos, que le digo al “flaco,”ese meserín dueño de un originalísimo estilacho: oye flaco, dame una negra modelo y te encargo mi copa, lo cual provocó la roncha curiosidad de mis contertulios:
Aaaaachinga, a poco ya conocías este lugar. Por eso Guillén, no mames. Y que se van de nalgas cuando el flaco me sirve la cerveza con mi preciosa copa. Porque han de saber, queridos lectores, que yo amo el Estilo, y que un lugar que se apodera de mi alma para celebrar al Dios Baco, yo lo celebro con una bella copa que solicito al bartender me la aguarde, porque para mi beber es un acto de Celebración. Para mi la espuma dionisíaca de una cerveza reviste una mística de elevación para concitar los Prodigios de la Imaginación. Bueno, antes de perderme en estos bellos laberintos de la maravillosidad , permítanme manifestarles mi alegre indiferencia ante los horrores de la pandemia, dado que en El Marichelas ningún mesero se ha contagiado del coronavirus, al menos yo no me he enterado. Y cuando acudo por mis negras modelos de 20 pesos, al ver a ciertos habituales, como el Vico Canales, el Sucrolito,el viejo Domínguez, el Juan Balderas y otros pintorescos que suelen merodear por las pocilgas del Mercado Juárez, pues como que mi alma descansa del martillante bla-bla-ba insípido y cansino de ese doctorcillo de la “O” . Y al ver que todos seguimos vivos, que a nadie nos ha pescado la roña gripiosa de esa madrinola que llaman el covid 19, nos espejeamos mutuamente con la pasmada mirada,deletreando el sospechosismo de un: no será puro pedo esto de la pandemia…

Roberto Guillen

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