POR ROBERTO GUILLEN
¿Qué salvamos primero, el riñón de la paciente, la paciente, o el producto que ya se gesta en la paciente? Nos interroga un mèdico en el Theatron de Xavier Araiza, donde los abogados de la ANAD, comandados por el aguerrido Ernesto Villarreal Landeros, nos han citado para presenciar una conferencia sobre eso que llaman Bioética.
Fue una sustancial e ilustrativa conferencia, donde tanto los organizadores como los ponentes, no sólo se brindaron en la exposición de sus planteamientos y experiencias, sino que con un toque de Altura reivindicaron al Homo Sapiens , hermanado con el filamento ético inherente a la existencia.
De tal manera que si el Dr. Armando Leal Treviño expuso la irrenunciable tarea de todo mèdico en salvar la vida de todo paciente, tampoco se puede soslayar la autonomía del mismo enfermo, sobre todo cuando su agonía se prolonga incrementando el dolor. Tal es la encrucijada que busca resolver los principios de la Bioética. Que en algunos casos se ha estrellado con el fanatismo de los testigos de Jehovà, quienes prohiben la transfusión de sangre…pues en tales circunstancias el paciente termina desangrándose. Y aun con todo el poder del Altísimo, el paciente se va al panteón. Osea, como dicen categóricamente los hijos del método científico,»la ciencia no puede hacer nada».
Ahhhhh…queridos lectores, de pronto la sala del Theatrón me trasladó a la experiencia de un submarino tránsfuga, donde los abogados José Roberto Treviño Sosa y Luis Frías Teneyuque, en pleno siglo del Dios Profit, pontificaban la exigencia ética para no transtornar las complejas situaciones que degeneran la negligencia médica. Cuando la Ciencia se ha convertido en algo así como un llavero, como una dulce mascota de Don Dinero, en el Theatron de Xavier Araiza, cual velas parpadeantes, dos abogados y un médico se aferran al mástil de la Ética.
Y claro, me vinieron las sabias palabras del viejo Basave cuando en su cantón sampetrino le formulé la siguiente interrogante:
¿Qué ocurre cuando la carrera loca de la ciencia soslaya la Cultura…la Cultura de los pueblos?
Hay un grave problema cuando la ciencia se quiere emancipar de la ética, porque el científico es hombre y como hombre no puede dejar de escapar a la ética.
La vida humana tiene una textura ética; se puede ser moral o inmoral, pero no se puede ser amoral; no se puede vivir fuera de la ética, y cuando la ciencia marcha sin brújula, la ética va al desastre.