POR DANIEL BUTRUILLE
¡Qué pena y qué trampa! AMLO resultará igual de engañoso y de inútil que el Bronco en el combate a la corrupción. Ayer insistió: “No vamos a perseguir a nadie, lo dije en la campaña, no es mi fuerte la venganza, no vamos a la política de siempre, de, por razones de espectacularidad, meter a la cárcel a algún famoso de la política o el sector empresarial o del mundo incluso del espectáculo, nada de eso, no necesitamos eso». Seguimos en términos de apostolado y de perdón. Cómo ya lo dijo Peña Nieto a Rosario Robles: no te preocupes. El predicador asegura que: “políticamente ya no queremos estar viendo para atrás, queremos ver hacia adelante; se los puedo resumir en una frase: vamos a perdonar pero nosotros no queremos que a nosotros nos perdonen», aseguró que en su Gobierno los funcionarios actuarán con rectitud y se terminará la evasión fiscal y el uso de facturas falsas para desviar recursos. «Los servidores públicos tienen que actuar con rectitud; se acaba la corrupción, se acaba la impunidad. «Y así vamos a tener autoridad moral y mucha autoridad política para pedir a los demás también un recto proceder», detalló. O viviremos en la tierra de Utopía, con el ídolo AMLO, o la corrupción puede pronosticar sus mejores días. Mientras vivimos una transición de fantasía, en un circo de dos pistas, en una de las cuales predica un AMLO misericordioso, dispuesto a no perseguir a nadie, y en la otra, Peña y Rosario siguen robando los últimos cacahuates disponibles antes de que acabe el año de Hidalgo. Ya lo hicieron los diputados: dejaron las chequeras vacías. Peña y Rosario todavía disponen de más de dos meses para acabar de limpiar las chequeras que les corresponden. Todo indica que el cambio de colores y de marcas no hará tambalear el sistema corrupto que mantiene a México al borde del colapso y que permite que mexicano coma a mexicano. ¿Valió la pena ir a votar para que no cambiara nada? Mejor, pregúntenle a los electores que se enteraron que su casilla había sido descartada de la votación final. En la democracia mexicana, un juez puede invalidar mi voto. ¿Iré a votar nuevamente? ¿Qué tanta confianza le tengo a un juez que considera que no puede desempeñar su cargo en forma “honesta” si no dispone, por cuenta del presupuesto, de una súper camioneta de más de un millón de pesos? La corrupción es un cáncer generalizado que no obedece a color político. ¿No será que la corrupción empieza con el poder judicial? ¿Qué esperar de un sexenio que empieza diciendo: no vamos a perseguir a nadie? Podemos esperar más de lo mismo. En las dos pistas del circo de siempre. Ojalá nos demuestren lo contrario después del 1º de diciembre. butruilled@hotmail.com