DANIEL BUTRUILLE
Las arrugas en la frente y la cara del presidente de la República son cada día más profundas cómo evidencia del cercano agotamiento de la plana mayor que gobierna el país, por el ritmo tan esforzado con el cual pretenden administrarnos. Tener reuniones del gabinete de seguridad todos los días a las 6 de la mañana, implica levantarse por lo menos a las 4:30 de la madrugada. No es igual el año 2000 que el año 2019. Ya le describió con mucha brillantez Alejandro Dumas en el siglo XIX. No es igual veinte años después. Este trajín, lo aguantan cuerpos jóvenes y mentes despejadas. Esto lo aguantan quienes por disciplina y disponibilidad pueden acostarse a las 9 de la noche. No sé cuál será la edad promedia del gabinete de seguridad. Una buena apuesta es por encima de 70 años. Por más que nos estemos volviendo gerontocracia, todo tiene un precio, y tarde o temprano el precio hay que pagarlo. Ayer lo pagó Porfirio Muñoz Ledo, 85 años, presidente de la Cámara de Diputados, quien se desmayó al llegar a la reunión del Consejo Nacional de Seguridad con todos los gobernadores y que fue llevado al evento en silla de ruedas. ¿A esto aspiramos? El País necesita ser gobernados por sangre joven. De la ideología que sea, pero jóvenes con una visión de futuro, no ancianos con aspiraciones a regresar al pasado. ¿Será que la ideología de AMLO no tiene muchos gallos jóvenes capaces de participar en la gobernación? o será que AMLO no confía en los jóvenes indispensables para asegurar la continuidad del poder y el vigor que solamente la sangre nueva le puede aportar al proyecto. Que sea de la cuarta transformación o que sea de refundar el país, erradicando la corrupción que lo ha destrozado durante los últimos setenta años. El desliz de Muñoz Ledo ayer tiene que ser una señal de alarma para AMLO. Si quiere seguir con su ritmo matacaballo, tendrá que buscar caballos más jóvenes, porque corre el riesgo de quedarse sin caballos. O con puros percherones que arrastran los pies y que ya no están sensibles a los latigazos de la opinión pública. O él mismo podría dormirse encima del caballo y caer estrepitosamente. Todavía ni cumplen dos meses, faltan 58 meses para alcanzar la meta. ¿No deberían medir sus fuerzas, sus esfuerzos y sus tiempos? butruilled@hotmail.com
