Por: Susana Valdés Levy.
Para no hacer el cuento largo, uno de los mejores (si no es que el mejor) de los ejemplos históricos de cuán destructiva puede ser la relación con un narcisista, es la historia de Juana de Castilla, mejor conocida como “Juana la Loca. Juana era hermosa y sumamente inteligente. Era la hija de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los súper poderosos monarcas de España en los tiempos en que el “Nuevo Mundo” (América) fue descubierto.
A Juana la casaron por intereses políticos y arreglos monárquicos, pero pronto se enamoró auténticamente de su flamenco esposo Felipe, Archiduque de la Casa de Habsburgo, mejor conocido como “Felipe el Hermoso”, un verdadero patán narcisista extremo, adicto al sexo y emocionalmente abusivo pagado de si mismo quien se creía bordado a mano. Cuando el tal “Hermoso” se aburrió de Juana, comenzó a pintarle el cuerno a diestra y siniestra provocando todo tipo de inseguridades, ataques de celos y paranoias en la joven Juana. Le mentía, jugaba juegos mentales, utilizaba el sexo para manipularla, leengendró seis hijos, entre ellos a Carlos V, quien nació en una letrina; la abandonaba y volvía a ella intermitentemente, la ahogaba en contradicciones, la enredaba, la orturaba emocionalmente, la atrapaba y la dejaba morir de hambre de amor. Así era aquel infernal «cuento de hadas» en el que Juana fue infeliz para siempre.
El constante sufrimiento y confusión de Juana pronto se convirtió en ansiedad extrema y varios colapsos nerviosos asi como en conductas que, los rancios miembros de la corte catalogaron de “extraño e inadecuado comportamiento, conducta anormal y locura”. Independientemente de los constantes abusos e infidelidades del tal Felipe, Juana lo amó obsesivamente hasta que él falleció a consecuencia de una extraña infección. Luego ella cargó con el cadáver putrefacto del difunto Felipe en una procesión que duró más de un año, hasta que finalmente fue sepultado en una iglesia en Tordecillas, a donde Juana acudía periódicamente, pedía que le abrieran el sarcófago y bañaba con lágrimas el cuerpo del hombre que tan miserable la había hecho y sin embargo al que tanto amaba. Es por tal motivo que Juana fue declarada “completamente loca” y recluida a la fuerza en un sombrío castillo español por el resto de sus días. Juana de Castilla murió encerrada a los 75 años de edad.. “Algunos historiadores comentan que ella sufría de melancolía, desorden depresivo, y esquizofrenia hereditaria” ¡No es de extrañar que la pobre Juana quedase en tales condiciones mentales luego de una tórrida y miserable relación con un narcisista patológico como el tal Felipe! Así fue que la que algúna vez brilló por su inteligencia, su belleza y su fortaleza como reina, termino convertida en una frágil y débil piltrafa humana, víctima de un amor enfermizo hacia el hombre equivocado.
Si esto puede sucederle a una reina, hija de los más poderosos y acaudalados monarcas del mundo de sus tiempos, con tanta más razón le puede suceder a cualquiera.