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HASTA DONDE TENGAMOS QUE LLEGAR

HASTA DONDE TENGAMOS QUE LLEGAR

Dan Santos.

Escribir: “en pleno año 2018, es increíble e indignante que sigan sucediendo estas cosas”, no es original, no es creativo, no cuesta esfuerzo y no debería ser necesario; pero es real, tan real como que a partir de las elecciones de este año, un grupo de personas, quizás de buenas intenciones, pero ignorantes de la ley y motivadas por creencias religiosas, accedieron a espacios de poder que les concedió el electorado, postuladas por un partido que utilizando a comunidades religiosas como base social y haciendo pragmáticas alianzas, logró un exponencial crecimiento: el Partido Encuentro Social.

A partir de ese momento, sus acciones, omisiones y expresiones empezaron a generar conflictos al atacar los Derechos Humanos de las poblaciones vulnerables, particularmente las mujeres y las que integran la comunidad LGBTTTIQ, en un estado como Nuevo León, con altos índices de feminicidios y el último de las 32 entidades federativas en dotarse de una ley contra la discriminación.

Para ilustrar lo que digo, baste recordar tres o cuatro episodios ocurridos todos en esta segunda mitad del año en Monterrey:

En el mes de octubre, Fernando León y el que esto escribe, presentamos una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos en contra del Ayuntamiento de Monterrey, por ser permisivo y dar facilidades a grupos de predicadores evangélicos para usar parques públicos utilizando la red eléctrica e instalando carpas y equipos de sonido de alta potencia, sin mediar permisos formales del municipio, ni anuencia de la Secretaría de Gobernación, para efectos de realizar actos de culto en espacios públicos, así con total impunidad difundían mensajes de incitación al odio contra varios grupos poblacionales: mujeres, trabajadores/as sexuales, gays, lesbianas, personas trans y hasta personas de fe católica. Como parte de las acciones contra los “Predicadores del odio”, convocamos a través de redes sociales a manifestarnos  en la Alameda de Monterrey para exigir el cese de sus prédicas misóginas y homo-lesbo-transfóbicas; a ese lugar arribó inesperadamente el diputado local Melchor Heredia, director de una escuela cristiana que ofrece carreras como la licenciatura en teología o en “consejería familiar” y que consiguió un lugar en la actual legislatura postulado por el PES. El diputado Heredia llegó a la manifestación para defender a un predicador, tratar de impedir que fuera retirado del parque y, aunque Usted no lo crea, ponerse a hablarnos del evangelio él mismo.

El 28 de noviembre, un grupo de organizaciones ultraconservadoras, de las autodenominadas “próvida” y “profamilia” ofrecieron una rueda de prensa en el vestíbulo del Congreso, en la misma participaron ministros de culto y legisladores como el tristemente célebre Juan Carlos Leal, de la bancada de Morena y Tabita Ortiz, coordinadora de la bancada del PES; el 30 de noviembre el mismo Leal, tuiteó que estaba en el evento “Por la Vida y la Familia” celebrado por estas mismas organizaciones en la sala polivalente del propio Congreso del Estado, desde donde defendieron el “diseño natural de la familia”; en ese evento estuvieron Melchor Heredia y Tabita Ortiz.

El 3 de diciembre, nuevamente la sala polivalente del Congreso de Nuevo León albergó un evento, esta vez de la “coalición SUMAS”, un conglomerado de organizaciones “próvida” del que forma parte otro personaje conocido por su misoginia y homofobia como Juan Dabdoub, en este evento el bloque de diputados conservadores Leal-Heredia-Ortiz, más la panista Claudia Caballero estuvieron validando dicho evento con su presencia.

A todo esto se suman las ya conocidas y viralizadas expresiones de odio del diputado Juan Carlos Leal quien suscribió los dichos del boxeador Darío Larralde, que afirmó simpatizar con el exterminio de homosexuales llevado a cabo por Adolfo Hitler, lo cual desencadenó los eventos que se dieron  posteriormente y que han estado marcados por varios enfrentamientos con la comunidad LGBTTTI de Nuevo León.

Por todo ello, ante el desprecio por la ley de la actual legislatura, salvo honrosas excepciones como la diputada Claudia Tapia o Luis Donaldo Colosio, un grupo de activistas, defensores de Derechos Humanos y líderes de las poblaciones LGBTTTI del estado de Nuevo León, decidimos ir hasta el Senado de la República, a donde llegamos para exigir que el poder legislativo de Nuevo León en general y algunos legisladores de forma particular, dejen de hostilizar, atacar, lanzar expresiones que fomentan el odio e invisibilizar a las poblaciones de la diversidad sexual al no legislar sobre el reconocimiento de sus derechos, impidiéndoles el acceso al matrimonio igualitario o la identidad de género.

El grupo fue recibido por la senadora regiomontana Indira Kempis, de Movimiento Ciudadano, quien convocó a rueda de prensa y se hizo acompañar de senadoras y senadores de diversas fuerzas políticas como Patricia Mercado, de Movimiento Ciudadano; Xóchitl Gálvez del PAN , el senador sin partido, Emilio Álvarez Icaza e incluso Miguel Mancera, del PRD, que desafortunadamente fue llamado en ese momento a votar, pues en el pleno se estaba eligiendo al nuevo ministro integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Fue Juan Salvador Ramón quien dio lectura al documento que tuve el honor de redactar por encargo de mi “comandanta” Jennifer Aguayo:  “Venir hasta aquí no ha sido una ocurrencia, sino una feliz coincidencia de quienes hemos realizado ya un largo camino en defensa de nuestros derechos; del derecho a existir, del derecho a tener la protección del Estado; del derecho a no padecer discriminación; hemos venido para decir fuerte y claro, a los tres poderes del Estado de Nuevo León, a la sociedad neoleonesa, a las Iglesias, todas las Iglesias y decírselos de frente a la Nación que se acabó: Que no soportaremos más humillaciones, mas oprobio, mas invisibilidad; que no dejaremos pasar las embestidas de grupos reaccionarios, oscurantistas y retardatarios, que vamos a enfrentarlos, que vamos a exhibirlos, que vamos a denunciarlos, llámense Juan Carlos Leal o como se llamen; que no vamos a callar, que no les tenemos miedo y que no exigimos nada más que lo justo; que no queremos privilegios, queremos, buscamos y exigimos Justicia.”

A estas palabras, Indira respondió: “Cómo es posible vivir en un país en donde tenemos que pedir respeto hasta para estar aquí, es increíble cómo tenemos que pedirlo como si el respeto se tuviera que rogar, y los derechos no son privilegios, son derechos. Eso es lo que tenemos que hacer saber a los y las legisladoras de Nuevo León”; Patricia Mercado fue enfática: “Nos comprometemos a atacar lo que sucede en Nuevo León, esta persecución, esta mala apuesta de funcionarios públicos en un Estado laico como el mexicano que atenta contra los derechos iguales y de no discriminación para toda persona. En nuestro país, esto no puede ser” e informó que presentará una excitativa para que las comisiones de Derechos Humanos y Relaciones Exteriores dictaminen lo conducente respecto de la Convención Interamericana Contra el Racismo la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia. Tengo que mencionar que, parado ahí, en el Patio del Federalismo del Senado, fue grande mi desilusión cuando vi caminar a mi querida y admiradísima Jesusa Rodríguez, senadora abiertamente lesbiana y esposa de la gran Liliana Felipe, víctima de la dictadura militar argentina; al verla, nuestro compañero Salvador, miembro de Morena como ella, salió de la formación frente a las cámaras de la prensa, se encaminó a Rodríguez y le informó de nuestra presencia y nuestros motivos, invitándola a pronunciarse a lo que Jesusa amablemente declinó, por tener otras cosas qué hacer.

Me quedo con el ánimo encendido, con la esperanza chispeante que impide la oscuridad absoluta, con la solidaridad de aliados en los espacios de decisión y fuera de ellos; con hermanos y hermanas de lucha; con nuestras luchas, a veces en mesas de trabajo, otras a gritos ¿Cómo chingados no, cuando atropellan nuestra dignidad y la de personas más débiles que uno mismo?

Llegaremos hasta donde tengamos que llegar, iremos hasta donde tengamos que ir, dialogaremos siempre y gritaremos otras veces, algunas malas palabras se nos escaparan, pero le pido a Usted que me lee, que no se asuste; pasa que nos están matando a nuestras hermanas transgénero y nos están invisibilizando a nuestras familias diversas y cuando a una persona le quieren despojar de su dignidad y de su vida a veces grita y mienta madres, no se si Usted, amable lectora y lector, sobre todo si es indígena, pobre, lesbiana, homosexual o transgénero pueda comprendernos.

Llegaremos hasta donde tengamos que llegar, hasta que no se grite más que de alegría o de dolores de parto; hasta que en este país, la discriminación sea motivo de una profunda vergüenza social.

Hasta que la dignidad se haga costumbre.

Roberto Guillen

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