En la desbandada previa, se auguraba la mala entraña.
La izquierda en Nuevo León, la inexistente, de los exiguos movimientos sociales, captó muchos de los detractores del Perredismo local.
Los arropó en sus bases y en su militancia. Sin trabas, con las maneras de trabajar al impulso de sus sentimientos, de la rabia y del rencor.
No han conocido con prudencia el sabor de ser gobierno. Atragantados en la vorágine de la repartición de espacios.
Autonombrados siervos de la nación, piensan en como disfrutar el paladear del dinero.
Familias enteras, del rancio abolengo de los años sesenta y setenta, tratan de maquillar a sus cachorros, como los personajes idóneos para sucederles en sus pobres propuestas.
Entendieron la máxima de vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
Eso es el corazón de la pelea. Las confrontaciones físicas, no las ideológicas.
El perredismo se infiltró en MORENA. Con todos sus métodos de intransigencia e intolerancia.
Hacia esa parte se va dirigida la inconformidad. Los estiras y aflojas. A mostrar las barajitas y ver quien tiene mayor cantidad de consejeros. Para tranzar entre ellos. Para ingeniar la democracia genuina de la podredumbre social. De eso se alimentaron en el PRD y ahora lo generalizan en MORENA.
Dr. Gerson Gómez Salas.
Monterrey N.L.