GERSON GOMEZ
Compuesto por inmigrantes en su mayoría, el poniente de la capital de Nuevo León representa el bastión más denso y poblado de la zona metropolitana. En ella se establecen quienes han dejado sus comunidades para buscar el progreso social. En ese polígono donde la pobreza, la inseguridad y la dureza para ganar la vida de manera honrada, contrasta en mucho con el pensamiento de clase media educada. Son primeras generaciones en muchos de sus conquistas. Desde la posibilidad de dinámica social, la soltura para ejercer la visión de familia, la solidaridad y el agobio cuando son menospreciados. Es en ese rincón donde la compra y venta de voluntades logra su punto más alto, incluyendo los guetos históricos próximos al centro de la ciudad y las colonias de colores en los cerros como la Independencia, La Campana, La Sierra Ventana y La Alfonso Reyes, quienes ya tienen mayor arraigo, sin olvidar sus terruños con nostalgia, resignados a mal vivir en la estrechez y a sobrevivir como caldo de cultivo de la delincuencia organizada. El otro Monterrey es el verdadero, sin necesidad de pensamientos separatistas o de lastimar el color de piel. Son la apuesta del ogro filantrópico de los partidos políticos. Pues quienes consiguen movilizar a sus habitantes, con el uso de dadivas y compra de voluntades, les seguirán manteniendo en sus activos, como un recuerdo del México bárbaro y empobrecido.