JOAQUIN HURTADO PEREZ
1. Limpia muy bien medio kilo de la bolsa que está en la alacena. Rosy se encabrona si le salen piedras. Fíjate bien, wey, o aguanta la pedorriza de tu ñora.
2. Lávalos. Tres enjuagadas porque vienen con polvo, basura, popó de cabra y paja de sepa dios dónde.
3. Saca la olla huevona, llénala de agua a tres cuartos. Rosy no los quiere muy caldudos pero tampoco resecos.
4. Conecta la olla huevona. Enciéndela a la máxima potencia.
5. Cuando esté caliente (el agua, no Rosy) vacía en ella los frijoles.
6. Agrega sal, epazote y orégano al gusto. Estos condimentos evitan los incómodos gases intestinales.
7. Déjalos hervir durante tres horas. Cuida que no se quemen. Por favor, que no se chamusquen.
8. Idiota, verifica que no se quemen.
9. Revisa constantemente el agua, Rosy se emputa si se te queman. Prueba la cantidad de sal. Rosy odia los frijoles desabridos pero detesta si están muy salados.
10. Ya hervidos, ¡no quemados!, extrae una muestra y apachúrrarlos con el dedo, si están suaves apaga la olla. Si los sientes duros déjalos hervir otro rato. Recuerda: que no se quemen.
11. Si ya están cocidos desconecta la olla. Déjalos enfriar. Guárdalos en recipientes herméticos.
12. ¿Separaste un poco de los frijoles cocidos para comerlos hoy? Muy bien, Rosy estará contenta. Refrigera el resto. Listo. Buen provecho.
