Han ido incrementando la ferocidad de sus demandas. Con justa razón y apoyadas en la numerália de los actos violentos, de sangre. Donde la mujer es la principal figura frágil del género humano.
A quien se le maltrata, se le veja y se la acosa. Desde todas las trincheras, la mujer pelea su derecho igualitario. La paridad de oportunidades, el equilibrio en los puestos de elección popular y en el salario.
Para el varón resulta innecesario convertirse en juez a ultranza. La justicia la representamos como una dama con los ojos vendados, espada en mano y en la otra, una pesa en equilibrio.
Entendemos la rabia de la mujer, pero no la compartimos en su forma y fondo. Actuar encapuchados no es una manera legítima de debate. Con aerosoles, pistolas de choques eléctricos o armas punzocortantes.
Las ultra feministas tienen mucho más parentesco con las juventudes del fascismo de Franco, del nacional socialismo de Hitler y de la estupidez de Mussolini.
Dañar por dañar no es razonar. Herir por lastimar no es devolver una cachetada moral a la sociedad. Sino actuar de manera pandilleril, como el mismo crimen organizado.
Sin exponer sus demandas, las mismas de nosotros, sin la necesidad de agraviar a quienes no estén de acuerdo con sus pensamientos, mucho menos por sus acciones destructivas contra el paternalismo, como ellas justifican su fascismo feminista.
Dr. Gerson Gómez Salas.
Monterrey N.L.