POR ROBERTO GUILLEN
Queridos lectores, qué gusto me dio ver a los universitarios degustando un banquete de conversación con el escritor Salman Rushdie, dueño de un pulso narrativo tránsfuga de todo escapismo y otras recetas, tan solicitadas y vendimiables en el reino del Gadget. El Aula Magna como una moderna Acrópolis que abre sus puertas al Escritor perseguido por los inquisidores de la Imaginación. Que se ha cobijado bajo la piel de Joseph Anton para que no se muera la Literatura. Una Presencia en la ciudad que ha recorrido los caminos del mundo, los matices y sonoridades de las lenguas, las razas y los pueblos. Rushdie como un Apostol herético de la ficción libre.El destino de Rushdie como el target de todo sermón somnífero. El destino y la obra de Rushdie como una bella metáfora que nos traslada con aquel perseguido de Homero, que logra escapar de Poseidón para unirse con su Penélope
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El misterio de Escribir. El desafio del Ser insobornable del Escritor. Y mientras escuchamos el periplo-conversación con el perspicaz Jorge F. Hernández, nos viene a la memoria aquella expresión de Ernesto Sabato en su obra El Túnel: El escritor es ante todo un Individuo… Así lo deja ver la inteligente sutileza de Rushdie cuando nos comenta una valiosa experiencia en su mundo de presentaciones:
En una ocasión una mujer me dijo que había leído uno de mis libros, que le había parecido muy largo, con muchas páginas.Pero después me preguntó: Pero y después de todo esto, cuàl es el punto fundamental Sr. Rushdie?
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Bella manera de presentar a un escritor de grandes ligas. Me gustó el folletín que nos brindaron, donde el rector Rogelio Garza Rivera nos presenta la catadura y el nivel de un autor cuya Literatura continua viajando en el tiempo. Y para que no quede duda, nos brindaron La Decadencia de Nerón Golden, un texto con una dosis iniciática para adentrarse en la obra del escritor indo-británico. Así que, bienvenidos a las letras de Salman Rushdie…