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RETRATO ONIRICO DE UNA NOCHE LLUVIOSA

RETRATO ONIRICO DE UNA NOCHE LLUVIOSA

MAHADMA SOLIS SOLIS

No ha dejado de llover desde hace dos días, no parece que vaya a dejar de llover pronto. No me siento triste en realidad aunque en verdad el clima amerita ello; siento una nostalgia extraña al ver caer la lluvia sobre los tejados y la calle, escurrir por la ventana y sobre los parabrisas de los autos aparcados frente a las casas, el aire frío, la lluvia suave y constante, el vapor de los que van caminando o al trabajo o a sus casas, el cielo gris, el silencio de la ciudad que normalmente hace demasiado ruido… la tranquilidad muchas veces es motivo de tristeza, pero hoy no, hoy ésta lluvia me hace sentir paz, la lluvia en bendición decía mi abuela, no creo en dios, pero me siento dichoso cuando llueve.
Enciendo un cigarrillo y dibujo en la ventana la silueta del árbol de la casa de enfrente. Creo que no tengo mucho que hacer.
Cerrar los ojos y dormir…
…una hilera de hormigas avanzan frente a mí, cargando en sus espaldas sillas y escritorios, computadoras y calculadoras, una fantasía bastante extraña y muy ad hoc con toda esta crítica al capitalismo despersonalizante del que siempre hablo, mejor cambio de sueño…
Estoy en medio de un gran salón como de época, una big band de jazz toca Brazil, estoy bailando con una mujer muy hermosa, de cabellos cafés oscuros, ojos miel, labios delgados y rosas, una piel blanca como la nieve, una sonrisa sincera como la luna, bailamos abrazados, una mano de ella sobre mi espalda, la mía sobre su cadera, nos vemos a los ojos y me recuerda la lluvia, y el sol…
Veo el detalle lejano de una línea azul de luz neón que bordea los límites de la frontera entre lo real y lo imaginario, entre un espacio sólido y otro inexistente, señalando un camino bifurcado, señala la forma de esa dialéctica que no puede ser perfecta, de la historia, que siempre hay dos caminos que se pueden seguir: uno que lleva a donde no he ido y otro a donde no se a estado.
¡Salve! ¡Señalamientos neón en el cementerio grisáceo de la gran mancha de asfalto y cristales!
Puedo ver también como aparecen a lo lejano como un crepuscular ósculo entre la noche y el amanecer o la muerte, un destello matinal de una fluorescente atmósfera invernal en las puertas abiertas y cerradas de la percepción, que no son más que tus ojos boquiabiertos que me hablan en el silencioso grito de las paradojas de las que tanto te he hablado.
¿Acaso no es maravilloso? Dichoso yo que puedo ver con toda conciencia todo tú ser iluminado por la luz neón lila, morada o rosa del techo de ese hotel donde desnudos contemplamos el eterno retorno de lo reprimido.
Un sorbo a mi cerveza y una calada a mi cigarrillo, una tarde-noche lluviosa que parece infinita y al mismo tiempo tan etérea, templo de tu divinidad escondida en tan misteriosos orificios corpóreos, un sorbo a tu cerveza, una mirada depredadora y yo como presa ante tus tan hipnóticos ojos caigo rendido entre la maleza y la gloria.
Te siento, una mano en mi cuello y otra en mis gónadas, una sonrisa de fiera, un zarpazo animal; soy tu perro, soy tu amante, soy tu puta; ensueño nupcial de las dionisíacas voluptuosidades… Silencio, va a pasar entre nosotros la antorcha de Prometeo, silencio, la rueda Sísifo va de bajada por las montañas de la desesperación, silencio, la Aurora va hablar… Oscuridad y silencio perpetuos… Y dijo ella: «Hágase la luz» y se hizo la luz… así estábamos los dos, bailando en medio de un salón amplio, una big band de jazz toca para nosotros y otras parejas que al parecer abren camino para ella y para mí, tocan Brazil… Brazil… Brazil…
La lluvia no ha parado desde hace dos días, ya es miércoles y parece que continuará así por otros 7 días más, no importa mucho en realidad, me siento muy feliz, no, más bien estoy en un estado de melancolía tal que estar triste es una imposibilidad…
Ojalá que…

Roberto Guillen

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