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LA ISLA DE LA INOCENCIA

LA ISLA DE LA INOCENCIA

ROBERTO GUILLEN

«DONDE HAY NIÑOS HAY UNA EDAD DE ORO»
NOVALIS

La imagen de la niñez es el estado paradisíaco que le está negado a los amantes. Y si lo consiguen , tan solo es para torturarse mutuamente. La posibilidad de nuestras imposibilidades solo es posible a través de la Contemplación…de la niñez. Ahí reside el Ancestral Himno Mitológico.
Nos vamos de la vida arrastrando hilachas y arrugas de amargura trágicamente perecedera. Nos queda la Nada como descanso. Como diría Hermann Broch: «La futilidad del pétreo delirio humano…»
La niñez es el espejo metafórico de la sonrisa humana. Una luminosa interrogante que hace flotar el perfume de la Esperanza. Ignota laguna del Infinito. Para dar el Ser. La niñez nos desarma del estúpido caparazón metálico que penosamente todos arrastramos por las grietas de la neurosis urbana. Por eso el escritor Rabindranath Tagore nos confiesa: «…y jugando con los niños aprendí a ser un hombre libre». La Isla de la Inocencia siempre fue glorificada por los poetas. Frente a la niñez somos meros negros fantasmas lacrimosos. Trepados en la fatua escarpada, persiguiendo los groseros objetivos que nos haga engordar la vanidad. Pero ahi vamos, como kamikazes del Destino. Insomnes.

La mirada límpida infantil, ha sido más que suficiente para evaporar el hartazgo que de pronto se trepa sobre mi cuello, como si fuera una tarántula. Fascina la magia infantil, cuando uno no encuentra una mentira o una fantasía para evitar hundirse en el vórtice de la angustia. Mis accesos de aburrimiento criminal los he mitigado cargando a mi sobrino «marquitos». Y lo envidio tanto, que le he dicho: goza tu tiempo «marquitos», porque 10 años más tarde, al igual que yo, estarás aullando. Como bien dijo Dostoievski, «la plática con los niños cura las enfermedades del alma».Que la niñez y la Naturaleza son la devoción misma. No hacen falta biblias, mahomas, escapularios, ni otros budas para honrar la sublime Belleza de los árboles,los niños, el viento y las ranas. Pero hemos desembocado en el hoyo del Ruido.El hombre actual es un reptil de neón, subyugado por la psicodelia y otras toxinas urbanas. Tan sencillos que son los niños. La sencillez…que jamás vuelve a retoñar.
JULIO 2002

Roberto Guillen

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