ROBERTO GUILLEN
Queridos lectores, que bella tarde pase el otro día en El Limoncito, esa fonda mágica que flota entre en los tiempos de la Nostalgia y la belleza del sillar. Recuerdo que al ingresar por su angosta puertecika alcancé a sentir un rasguño eléctrico del más allá. Pero mi sorpresa se tornó mayestática cuando mis convocantes me dieron la grata noticia de que El Limoncito se convertirá en el punto de partida de un tour gastronómico, histórico y etílico que ya organizan para ofrecer a quienes llegan a la ciudad, deseosos por conocer la génesis de nuestra historia. De tal manera que de pronto el fantasma de Don Diego de Montemayor va a cobrar vida en el Limoncito, un espacio de arte culinario que vendrá a llenar y superar, ese hueco vacante que dejó el otrora Café Brasil en Monterrey. Si bien usted puede degustar unas deliciosas enchiladas suizas con una cerveza artesanal, también puede agasajar el Momento con la guitarra universal del maestro Stringel. Seguiremos informando…